EL CAINISMO HISTÓRICO ESPAÑOL
A 9 de septiembre de 2024 parece que todo sigue igual. Colegios, institutos y universidades vuelven a la actividad. El Congreso y el Senado se desperezan del verano y el año judicial ha empezado con, por fin, una presidenta electa del Consejo General del Poder Judicial. De igual manera, comienza un nuevo curso para la industria del entretenimiento, un entretenimiento gobernado desde la franja del “prime time” por El Hormiguero.
El programa comandado por Pablo Motos y Jorge Salvador es, un año más, “el imbatible rival a batir” para el resto de opciones de la parrilla televisiva. Apenas una semana de nueva temporada, la decimonovena, y ya andan batiendo récords. Precisamente esta tarea de competir con Pablo y sus hormigas, que se antoja imposible, es el motivo por el que RTVE ha hecho una gran apuesta televisiva. Hablo, por supuesto, del fichaje de David Broncano y su equipo para ofrecer una nueva versión del exitoso programa La Resistencia, antes en cadena de pago y ahora bajo el paraguas del ente público.
Dicho fichaje ha generado un gran conflicto, un debate público que ha sido puro fuego mediático. Las redes sociales, como siempre, han ayudado a avivar este fuego. Es la fecha que mencionaba al inicio del artículo, 9 de septiembre de 2024, la elegida para el estreno de La Revuelta, que así se llama el nuevo proyecto de Broncano y compañía. Un proyecto que, como digo, no ha sido bien recibido por todo el mundo.
Desde que se anunciara el fichaje antes del verano, hemos podido leer barbaridades tales como que personas enfermas iban a dejar de recibir tratamiento médico para poder pagar el supuesto sueldo multimillonario del presentador criado en Orcera, Jaén. Mucha gente ha criticado el coste del nuevo programa para la cadena pública, alegando que se le podría dar un mejor uso a ese dinero en pos del beneficio común, mientras otra tanta aseguraba que se trataba de una cacicada del Gobierno con el objetivo de blanquear sus políticas. ¿Cómo? Pues, en teoría, este nuevo programa sería afín a Pedro Sánchez, llegando este incluso a controlar el contenido. Innumerables acusaciones que se sustentan en un único pilar: la negación de la realidad.
La llegada de David Broncano a RTVE ha sido, simplemente, una excusa más para atacar al Gobierno por parte de cierto sector de la sociedad. Unos deciden mentir por interés y otros ignoran la verdad, sea como sea buscan convencer al resto de que su odio es la mejor mentalidad. Todo porque no aceptan la realidad de que el mundo y España ya no son como en sus nostálgicos recuerdos y porque no gobiernan quienes ellos piensan que deben gobernar. Y es que basta con ver que RTVE tiene un presupuesto cerrado, que destina a sus distintos contenidos según cree conveniente, para invalidar cualquier queja monetaria. Basta con echar un vistazo a presupuestos de otros programas, actuales y pasados, para entender que muchas personas simplemente han sacado de contexto una cifra con intención de desinformar, personas que no tuvieron problema en que el dinero público fuera a parar a producciones de personajes de dudosa reputación. ¿Cuál es el delito que ha cometido Broncano? Que su humor no gusta a cierta gente, o casi que hay gente que ni lo entiende.
Esto no debería ser un problema, pero el cainismo histórico español que alguna vez ha mencionado Arturo Pérez-Reverte ha vuelto a aparecer y ha hecho que lo sea. Esa idea de “si yo pienso que esto es malo es que es malo”, “si esto no me gusta, no le puede gustar a nadie” y demás derivadas de lo que es un intento de censura, burdo y tóxico, para imponer un discurso sobre otro e impedirnos reír libremente.
Ni comen ni dejan comer.
Mario Formisano Fernández